¿Por qué todo está tan caro?: la inflación, el supermercado y la cuesta de enero

Hago el supermercado “grande” metódicamente cada mes, pero cada 15 días vuelvo por las compras “chicas”. Las tortillas y el huevo se acaban más rápido que los limpiadores y las servilletas. Casi siempre compro lo mismo; cantidad y marcas. En los primeros días de enero mis compras “chicas” me costaron sólo un poco menos del doble de lo que solía pagar a mitades del 2021.

Llamé a mi abuela para preguntar cómo le fue con los efectos secundarios de su tercera dosis de vacuna. Después me contó que fue al mercado. “Todo está carísimo, la pechuga de pollo está en 120 pesos el kilo, la cebolla -que era lo más barato- también subió y el limón ya está en 70, ah, y el señor dijo que va a subir más”, me dijo. “¿Por qué todo está tan caro?”, me preguntó.

La cesta de consumo mínimo en México cerró diciembre del 2021 con una tasa de inflación interanual de 8.11%, de acuerdo con cifras del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) divulgadas por el Inegi.

El tomate verde, el limón, el chile serrano, el jitomate, el aguacate, la cebolla, las tortillas de maíz, la carne molida de res y el pollo están entre los productos que más se encarecieron durante el año, con tasas de inflación interanual superiores al promedio general del INPC.

Este no es un fenómeno aislado, el mundo entero enfrenta un incremento generalizado de los precios. De hecho, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), alertó que en octubre del 2021 los precios mundiales de los alimentos alcanzaron sus niveles máximos en 10 años.

En México, por ejemplo, la mayoría de los alimentos fundamentales en la dieta de la población entraron en la lista de los mayores encarecimientos. Desde mitades del 2021 se inició la tendencia sostenida y acelerada del incremento de precios.

Durante diciembre del 2021, el tomate verde se comercializó 91% más caro de lo registrado durante el mismo mes del año previo. El limón 90% más caro, el chile 68%, el jitomate 50%, el aguacate 44%, la cebolla encareció 30%, los nopales alrededor de 20% y las tortillas de maíz se comercializaron 17% más caras.

Los efectos de la inflación también presionan los precios en establecimientos que venden alimentos preparados, sin importar el tamaño. De acuerdo con los registros del INPC, al cierre del 2021, la birria y barbacoa anotaron un incremento de 11% en su precio comparado con el del mismo periodo del 2020.

No sólo las frutas y verduras se han encarecido de manera sustancial; todas las carnes también. Esto implica, además, la profundización de una problemática que ya existía desde antes: la deficiencia de proteínas animales en la población de los deciles más bajos.

La carne molida de res incrementó su precio 16% y el pescado y el pollo registraron un encarecimiento de 9 por ciento. Incluso los enlatados se comercializan con precios mayores; la tasa de inflación interanual para el atún y sardinas en lata fue de 11% durante diciembre del 2021.

La inflación globalizada y sostenida ya muestra efectos importantes en el poder adquisitivo de las familias en México y el mundo. Al corte de diciembre del 2021, comprar la cesta mínima en regiones urbanas cuesta en promedio 3,917 pesos por persona. En regiones rurales 2,785 pesos, de acuerdo con los cálculos estimados por el Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social).

Tanto en pequeñas comunidades, como en las grandes ciudades, comprar la canasta básica cuesta, en promedio, 9% más de lo que costaba hace un año.

La cuesta de enero

El impacto de las presiones inflacionarias en los niveles de inseguridad alimentaria de la población es importante, especialmente si se junta con otras problemáticas estacionales como la ya conocida “cuesta de enero”.

Durante la temporada decembrina se ejercen gastos y se toman decisiones financieras que pueden desencadenar problemas financieros al inicio del nuevo año. Como la falta de liquidez o la contracción de deudas. Enero tiene a ser un mes complejo para gran parte de la población.

Las presiones inflacionarias, sumadas a la cuesta de enero, pueden ejercer presiones importantes al consumo interno y como consecuencia a los niveles de seguridad alimentaria en México.

Si cambiaste una marca por otra más barata, si eliministe algún alimento de tu dieta porque aumentó su precio o si omites alguna de tus comidas, están enfrentando algún grado de inseguridad alimentaria.

Fuente: El Economista