El empleo juvenil ha sido el más castigado por el impacto de la pandemia y su recuperación no sólo ha sido más lenta que la de otros renglones de la población, también corre el riesgo de llevar a más hombres y mujeres a una espiral de informalidad y bajos salarios. Esta realidad, además, elevó la población joven que no trabaja ni estudia a sus niveles más altos en 15 años, advirtió la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En el marco del Día Internacional de la Juventud que se conmemora el 12 de agosto de cada año, la OIT presentó el informe Tendencias mundiales del empleo juvenil 2022, en el cual advierte que el desempleo entre este renglón de la población a nivel global, que abarca a personas económicamente activas de entre 15 y 24 años de edad, sigue todavía por arriba de lo observado antes de la pandemia de Covid-19.
Para el cierre de este año se calcula que la tasa de desocupación entre los jóvenes será de 14.9%, todavía superior al nivel de 13.5% reportado para 2019, antes de la emergencia sanitaria. Esto implica que en la actualidad hay 6 millones de personas jóvenes desempleadas más que antes de la pandemia, para sumar un total de 73 millones de personas.
Para el caso de México, los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) destacan que durante el primer trimestre del año había 8.9 millones de personas jóvenes en algún empleo, cifra 2.3% menor a la reportada a finales de 2019, es decir, 205,649 jóvenes menos.
“Los jóvenes que pierden su empleo o no consiguen uno son especialmente vulnerables a la ‘cicatrización’, el fenómeno por el que sus resultados futuros en el mercado de trabajo son peores que los de sus compañeros, incluso cuando las condiciones macroeconómicas vuelven a mejorar. Pueden acabar aceptando un trabajo para el que están excesivamente cualificados, con lo que corren el riesgo de quedar atrapados en una trayectoria laboral que implica informalidad y bajos salarios”, advirtió la OIT.
La investigación del organismo destaca que las cifras de desocupación entre los jóvenes fueron mucho más amplias que las de la población adulta. Por ejemplo, en 2020, el momento de mayor impacto de la pandemia por el cierre de actividades económicas no esenciales, mientras la tasa de desempleo general subió a de 6.6%, la de los trabajadores jóvenes lo hizo a un nivel de 15.2 por ciento.
El doble impacto de la pandemia entre los jóvenes
Además del efecto en el mercado laboral, las personas jóvenes resintieron el impacto de la emergencia sanitaria en sus programas educativos por el cierre de la escuelas y universidades y el cambio al aprendizaje virtual. “La crisis de la Covid‑19 no sólo ha incidido en las perspectivas de empleo de los jóvenes, sino que también ha perturbado la calidad y la cantidad de la educación y la formación”.
Este panorama, detalla la OIT, incrementó “de forma alarmante” la población de jóvenes que no trabaja ni estudia, la cual llegó a un nivel de 23.3%, un incremento de 1.5 puntos porcentuales respecto a lo observado antes de la Covid-19, registrando el mayor nivel en 15 años. En esta condición se encuentran actualmente 282 millones de jóvenes en el mundo.
“El citado grupo de jóvenes, en particular, corre el riesgo de que sus oportunidades y logros en el mercado de trabajo sigan viéndose mermados en el futuro a raíz de los efectos a largo plazo del aumento del desempleo juvenil”, se advierte en el reporte.
Una realidad que no se puede obviar, puntualizó Martha Newton, directora general adjunta de Políticas de la OIT, es que la crisis por la Covid-19 puso en evidencia serias deficiencias en la forma de atender los problemas que enfrentan los jóvenes, tanto para su ingreso y permanencia en el mercado laboral como en el sistema educativo.
«La necesidad más acuciante de los jóvenes es contar con un mercado de trabajo eficaz, que brinde oportunidades de empleo decente a los jóvenes que ya forman parte de ese mercado de trabajo, y oportunidades de educación y formación de calidad a aquellos que aún no se han incorporado al mismo”, expresó.
Ante este contexto, y al tratarse de un problema generalizado en todo el mundo, la OIT llamó a los gobiernos a revisar sus políticas públicas para implementar medidas intencionales para crear mayores oportunidades laborales para la población joven.
Entre éstas, recomendó impulsar los empleos verdes, incrementar la inversión en tecnologías digitales y robustecer el presupuesto destinado para la formación de nuevas habilidades y para reforzar la red de cuidados, tareas que les impiden a muchos jóvenes, en su mayoría mujeres, insertarse en el mercado laboral.
Estas medidas, puntualiza el organismo, “darían lugar a un aumento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial de 4.2% y contribuirían a crear 139 millones de nuevos empleos para personas de todas las edades en todo el mundo (en esta década), de los cuales 32 millones corresponderían a empleos para jóvenes”.
Fuente: El Economista Factor Capital Humano