Es fácil entender la resistencia de muchas personas a dejar el teletrabajo y volver a la oficina, pues laborar desde casa ahorra un bien valiosísimo: tiempo. En promedio, las personas ahorran 64 minutos diarios en esta modalidad, según una investigación de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) realizada en 27 países.
“Es tiempo útil que pueden usar para trabajar, para el ocio, para actividades como el cuidado de familiares y niños”, dice José María Barrero, profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y uno de los autores del estudio Trabajando desde casa en todo el mundo.
El trabajo remoto liberó un tiempo que los colaboradores y las colaboradoras utilizaban cuando les forzaban a ir al lugar de trabajo, explica en entrevista. “Tenemos que estar muy conscientes de la importancia de esto a nivel del bienestar de las personas”.
De acuerdo con los datos presentados en la investigación, el ahorro de tiempo es el principal beneficio del teletrabajo a nivel individual, y “el más obvio”. La ganancia promedio en este renglón es de 64 minutos al día, con un rango que va de los 48 minutos en Estados Unidos a 93 y 96 minutos en países como la India y China, respectivamente.
Además, quienes respondieron las encuestas para la investigación señalaron sentirse “más productivos trabajando desde casa que laborando en su lugar de trabajo”. Y la principal razón de ello, y por lo cual les gusta quedarse en casa, es porque el día “les rinde más al no tener que trasladarse a la oficina”, dice el doctor en Economía.
Pero hay muchas más ventajas que las personas trabajadoras encontraron en el home office. Según el reporte, también ahorran dinero en desplazamientos y en aseo personal, el teletrabajo les ofrece mayor gestión de sus horas y amplía la libertad.
“Pocas personas podían trabajar desde casa antes de la pandemia. Muchos pueden hacerlo ahora. Esta expansión dramática en los conjuntos de opciones beneficia a millones de trabajadores y sus familias. Las mujeres, las personas que viven con niños, los trabajadores con viajes más largos al trabajo y los trabajadores con un alto nivel educativo tienden a valorar más la oportunidad de trabajar desde casa”, señala el documento.
De acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), en las grandes zonas metropolitanas del país una persona que se traslada en transporte público a su trabajo invierte cerca de 430 horas al año en trayectos. En tanto, quienes se movilizan en automóvil utilizan 264 horas anuales para este fin.
¿Qué paso con la nueva normalidad?
“La pandemia de covid-19 catalizó una aceptación grande y duradera del trabajo desde el hogar”, indica el reporte. José María Barrero comenta que en Estados Unidos aproximadamente el 30% de las personas trabajadoras sigue laborando desde casa, “antes de la pandemia eran más o menos el 5%, o sea, son casi seis veces más personas en teletrabajo”.
En México, antes de 2020 el 34% de las personas “trabajaba de manera remota en tiempo completo y 10% algunos días de la semana”, según la Encuesta regional 2020: ¿Cómo se transformó el ámbito laboral y familiar?, del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (Ipade).
Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indica que al inicio de la crisis sanitaria sólo el 12% de las empresas implementó el trabajo desde casa. Y un estudio del Banco de México (Banxico) estima que apenas el 10% de los empleos podrían ser susceptibles de convertirse a remoto.
En resumen, en México no tenemos datos exactos sobre la situación del teletrabajo antes y después de la pandemia. Pero lo que sí sabemos es que la covid-19 aumentó esta modalidad de empleo y presionó al Congreso para regularlo en la Ley Federal del Trabajo (LFT).
También sabemos que “trajo cambios importantes en el estilo de vida de millones de trabajadores, una lucha para adaptar las prácticas gerenciales y de personal, desafíos operativos importantes para las organizaciones que adoptan arreglos de trabajo híbridos o totalmente remotos”, como apunta el reporte.
Fue un reto para muchas empresas, sobre todo para aquellas “que están acostumbradas a monitorear a los empleados en su escritorio o en el lugar de trabajo”, comenta José María Barrero.
Muchas no se adaptaron y no invirtieron para continuar en teletrabajo. A éstas, dice el especialista, “les va a ser muy difícil ver las ganancias del trabajo remoto y van a terminar pidiéndoles a los empleados que regresan al lugar de trabajo todos los días, aunque pudiera haber ganancias para y la propia empresa”.
No todo es color de rosa
Pero el teletrabajo no beneficia a todas las partes, reconocen Cevat Giray Aksoy, Jose Maria Barrero, Nicholas Bloom, Steven J. Davis, Mathias Dolls y Pablo Zarate, los investigadores que realizaron este estudio.
“A algunas personas no les gusta el trabajo remoto y extrañan las interacciones diarias con sus compañeros de trabajo”. Otra desventaja “es que los trabajadores más jóvenes, en particular, perderán valiosas oportunidades de tutoría, trabajo en red y aprendizaje en el trabajo”.
Asimismo, “las nuevas regulaciones elevan los costos del trabajo remoto, haciéndolo menos viable” para algunas compañías. En México, la LFT ordena a las empresas proveer mobiliario adecuado, como escritorio y sillas, computadoras, así como hacerse cargo de al menos una parte del costo del internet y la energía eléctrica.
“En Estados Unidos un empleado que trabaja de forma remota desde otro estado puede someter al empleador a nuevos impuestos sobre la nómina a nivel estatal, desencadenar obligaciones legales para recaudar impuestos sobre las ventas en el estado y someter al empleador a impuestos sobre la renta empresarial en el estado”, se señala en el estudio.
Ante este contexto, los especialistas recomiendan que, en economías con mercados laborales fluidos, “es más eficiente acomodar la heterogeneidad de preferencias del trabajo desde casa a través de la clasificación de trabajadores a empleadores”.
Fuente: El Economista