Jornadas laborales razonables: Clave del bienestar, la productividad y el éxito empresarial

El debate legislativo que está teniendo lugar en México sobre la reducción de la jornada laboral es una buena noticia.

Una reforma oportuna, incluyente y multifacética para reducir la jornada laboral en México y darles a los trabajadores mexicanos derecho a un descanso de fin de semana puede tener beneficios importantes en materia de productividad, competitividad, empleo, salud, gasto público, reducción de las desigualdades y bienestar no material.

Si bien, en años recientes, México ha logrado avances notables para mejorar la situación de los trabajadores, el desequilibrio entre horas trabajadas y las horas disponibles para el cuidado personal, el esparcimiento y el descanso sigue siendo preocupante. Sobre todo, si sumamos el desgaste provocado por el extenso tiempo de transporte en los centros urbanos.

De acuerdo con el Better Life Index de la OCDE, México es el país con el peor balance entre vida personal y trabajo. Y es que México es el país de la OCDE (junto con Colombia) en el que las personas dedican más tiempo al trabajo cada año, con 2,226 horas anuales (cerca de 500 horas más que el promedio de la OCDE, o casi 900 horas más que cada trabajador alemán, en promedio).

Uno de los elementos que explican estas cifras son las largas jornadas laborales semanales. Con jornadas de 48 horas a la semana, México es el segundo país de la OCDE, después de Colombia, con las jornadas semanales más largas. También es el país de la OCDE con más trabajadores que reportan trabajar jornadas de 60 o más horas por semana.

Esto cobra una dimensión superior si se considera que México también es el país de la OCDE con los salarios promedio más bajos de los 38 países, uno de los países con el número de días de vacaciones más bajos de la OCDE y con la menor incidencia de pago de horas extras.

En la mayoría de los países de la OCDE, el límite legal de horas semanales normales se establece en 40 horas a la semana y la jornada semanal promedio es de 38 horas. Los países cinco con la productividad más alta de la OCDE tienen jornadas laborales cercanas a las 35 horas semanales.

La evidencia internacional revela que trabajar jornadas laborales razonables puede ayudar a aumentar el bienestar y la productividad de los trabajadores; mejorar los esfuerzos de contratación y retención de trabajadores; aumentar las tasas de empleo de las mujeres; desarrollar una fuerza laboral diversificada; tomar mejores decisiones familiares; promover la salud física y mental; reducir los costos de salud y mejorar los servicios públicos.

Por el contrario, la cultura de horarios laborales prolongados puede generar absentismo; aumentar los riesgos de accidentes en el trabajo; fomentar la vida sedentaria; aumentar los riesgos de enfermedad; incrementar el estrés; aumentar los costos de salud pública y agravar los desafíos que presenta el envejecimiento de la población.

Por eso, los esfuerzos de México por acercarse a los estándares de la OCDE son tan importantes. Y por eso también es crucial que esta reforma funcione y para ello es fundamental incluir otros elementos facilitadores de la implementación, como mejoras en los programas de apoyo a las micro y pequeñas empresas (mypes); estrategias nacionales de habilidades y destrezas, y avances en la promoción de la formalidad.

También es crucial –como ha sucedido en reformas similares en países como Italia, Portugal o la República de Corea, y más recientemente en Chile y Colombia– que el proceso de implementación tenga sensibilidad y gradualidad sectorial, pues no todas las empresas están igualmente preparadas para implementar una reforma de este calado.

Aunque habrá que tener cuidado para que la gradualidad y la flexibilidad no se conviertan en pretextos para posponer una reforma tan relevante para mejorar la productividad, la competitividad y el bienestar de México.

Fuente: El Economista